Cumbre del Monte Musala.

Creando un vínculo con la fuente celestial

Era este ideal el que el Maestro nos estaba entrenando para lograr, cuando dijo:

«Tengan un corazón tan puro como el cristal,
una mente tan luminosa como el sol,
un alma tan vasta como el universo
y un espíritu tan poderoso como Dios y unido a Dios».

La importancia de la Armonía

Este ideal estaba tan lejos de nosotros, pero sentíamos que era accesible cada vez que nos llevaba con él a escalar un pico. Casi tuvimos que correr detrás de él, pero siempre llegaba primero y nunca se quedaba sin aliento, sin importar lo empinados que fueran los caminos.

La explicación se encontraba sin duda en su respiración rítmica, y en los movimientos de sus brazos y su cuerpo; de esta manera neutralizaba las corrientes negativas que causan la fatiga. El caminar es un complejo sistema de movimientos simultáneos que deben ser armonizados, y para lograr esa armonía debemos prestar atención no sólo a los movimientos del cuerpo y, a la respiración, sino también a los pensamientos que habitan en nosotros. Obviamente, esta verdad es válida para todas las demás actividades de la vida.

Trae las cumbres que subes a tu corazón como una realidad viviente

Cuando llegábamos a la cima, el Maestro nos decía: «Desde esta cumbre somos como una estación de radio, así que enviemos desde aquí las ondas más poderosas, pensamientos de luz. A su vez, los seres los transmitirán a otros en relevos… Ningún pensamiento se pierde jamás.

Nos dijo una y otra vez: «Cada día, debemos hacer todo lo posible por escalar, porque sólo podemos encontrar lo grande y lo bello en lugares elevados». Aunque físicamente estemos obligados a permanecer en un valle cerrado, interiormente debemos proyectarnos a las alturas para poder respirar la atmósfera pura de los ángeles y los arcángeles. Por eso, cuando bajes, lleva la cumbre que acabas de subir a las profundidades de tu corazón como una realidad viviente».

El efecto restaurador del agua caliente

Después de tantas horas de caminata, volvíamos sedientos, pero teníamos que evitar beber agua fría. Por eso, cuando volvíamos al campamento, siempre nos recibían con grandes ollas de agua caliente. Bebíamos varias tazas y nos sentíamos renacer.

Simbolizando las subidas que quería que hiciéramos, después de él, al mundo espiritual

A veces, el Maestro nos llevaba a las laderas del Musala, y en todos los climas, lluvia, granizo o nieve… Fue entonces cuando pusimos a prueba nuestra resistencia y nuestra fe. Las tormentas estallaban; las rocas cargadas de electricidad producían choques casi insoportables. El agua se derramaba sobre nosotros, las chispas salían de nuestros cabellos y de las barbas de nuestros hermanos mayores.

Pero seguíamos avanzando estoicamente. ¿Cómo puedo describir lo que sentíamos entonces? Sólo aquellos que han pasado horas en tal tensión física y psicológica pueden entender cómo estos momentos templaron el alma y el espíritu. Me dije a mí mismo que esos momentos eran la imagen de lo que el Maestro representaba para mí: una guía en medio de todas las tormentas y tempestades de la vida.

Y ahora, después de todos estos años, me parece que estos viajes de escalada que nos hizo en Rila eran un símbolo de las subidas que quería que hiciéramos, después de él, al mundo espiritual.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

(Concluirá)

Elementos autobiográficos II – Junto al Maestro Peter Deunov
Cp. 13 – Verano en las montañas del Rila

Elementos autobiográficos de Omraam Mikhaël Aïvanhov cubre el período desde 1917, año en que conoció al maestro Peter Deunov, hasta 1937, año en que dejó Bulgaria para ir a Francia.