Alguien dirá: «Antes de comprometerme en una enseñanza espiritual, quiero pruebas irrefutables de que Dios y los seres invisibles existen… también quiero pruebas de la inmortalidad del espíritu, y de la vida después de la muerte.» ¡Pobrecillo! Tendrá que esperar un largo tiempo… ¡su vida completa, posiblemente! Y dado que no hará nada mientras espera, estará obstruyendo el desarrollo de sus mejores cualidades.

Cuando una persona es así, es como alguien que está en la oscuridad, y que no desea encender la luz hasta que se le explique como funciona toda la instalación eléctrica – desde la estación de poder hasta el interruptor. O como alguien que no se sube a un auto, hasta que desarmen el motor para él y le muestren la función y operación de cada pieza en detalle. El cielo sabe cuando esas personas finalmente encenderán el interruptor, o seguirán esperando. ¿No sería más razonable que sencillamente presionaran el interruptor o se subieran al auto? Entonces tendrían todo el tiempo del mundo para entender cómo funcionan esas cosas. Bien, es lo mismo con la vida espiritual. Debemos trabajar: entenderemos a medida que avanzamos.

Omraam Mikhaël Aïvanhov