He conocido a muchos artistas que aún se sentían vacíos.Estaban satisfechos en la medida de sus posibilidades, pero sentían siempre que les faltaba algo. Mientras que aquellos que han buscado muy arriba, en lo más alto del universo, y que han logrado aprehender este elemento, consiguen triunfar cualesquiera que sean las condiciones en las que la vida pueda situarles.

Por ello no deben buscar jamás su verdadera felicidad ni la solución de sus problemas en los planos inferiores, porque ni la materia física ni la materia etérica poseen los elementos que el alma y el espíritu necesitan. Deben buscar muy arriba, pedir y reclamar muy alto, y cuando reciban este elemento, él será capaz de proveerles de todo y, sobre todo, de proporcionarles el deleite de las cosas. Así pues, además de todo lo que el plano físico puede darles, este elemento les aportará la alegría, la inspiración, la beatitud. Espero que me comprendan.

La comida y la bebida les dan lo que pueden, pero no más, puesto que si no tienen salud no pueden gozar de lo que comen y beben. La salud es, pues, necesaria para añadir un elemento a todo lo que comen y beben. Un simple resfriado basta para hacerles perder casi el gusto y el olfato. La comida es lo que es; las piscinas, los coches, el dinero, son lo que son, pero hace falta otro elemento para poder sentirlos y gozarlos…

Un elemento puede convertir a un ángel en demonio

Este elemento que se llama salud cambia, pues, muchas cosas. Y de la misma forma, si no poseen amor ni inteligencia, el alimento y las posesiones no les darán nada más que una simple satisfacción material.
Estudiemos ahora el amor. Cuando aman a alguien, ese ser es, para ustedes, un genio, un ser excepcional, un ángel; pero cuando ya no lo aman, se convierte de golpe en un demonio.

Dentro de ustedes, ha desaparecido un elemento. ¿Ven?, ¡un elemento!

En Química Espiritual el elemento de la Fe puede intervenir para sanar milagrosamente

Y luego pretenden algunos ser químicos, cuando ni siquiera saben que existe otra química, la química espiritual, que explica todos los fenómenos que se producen en el interior del ser humano: la salud, las inspiraciones, las sensaciones maravillosas. Los químicos explican todos los fenómenos y las manifestaciones mediante elementos materiales. No, se deben explicar mediante la química espiritual que es la base de todo, y sólo después se puede estudiar la otra química.

Pero aún no se conoce la química espiritual: no se sabe cómo se producen fenómenos extraordinarios, curaciones milagrosas que la química oficial no puede explicar. Sí, cuando interviene otro elemento llamado fe, y el enfermo ha sanado. Esta química es, pues, más importante.

El elemento sobre todos los otros que les permite disfrutar lo que poseen

Se los he dicho; la salud, el amor y la luz, producen grandes transformaciones, y su ausencia produce también otras tantas transformaciones. Pero, por encima de la salud, del amor y de la luz, se encuentra todavía otro elemento del cual depende todo lo demás, y este elemento, que es todopoderoso, es una partícula de Dios mismo. ¿Cómo obtenerlo? Mediante el sacrificio, la abnegación.

A menudo les he dicho: «Le dan un baño al niño, pero se quedan con el agua sucia y tiran al niño.» Evidentemente es simbólico; el niño representa el elemento divino, vivo, y el agua, en este caso, es todo lo que está estancado, sucio y polucionado. Y he aquí que todos tiran al niño y se quedan con el agua sucia. Sí, tiran al niño, puesto que no se ocupan de obtener el elemento divino. La gente tiene ganas de poseer todo tipo de cosas, lo cual está bien, pero, ¿no es mejor trabajar para obtener este elemento que nos dará el gozo de poseerlas?

Nos encontramos con personas muy ricas que poseen de todo, pero que permanecen tristes y hastiadas puesto que tienen el gusto embotado. ¡Se imaginan que todo reside en poseer!… No; todo depende de la sensación. Tienen tesoros, pero si están muertos, ¿pueden acaso disfrutarlos?

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Sèvres, 16 de enero, 1972

Obras Completas, vol. 7. Los Misterios de Iesod.
Parte 1. Iesod refleja las virtudes de los demás Sefirot