Cuando vienen aquí, se les entrega todo tipo de ejercicios para hacer, y es importante que los pongan en práctica, pues les volverá más fuertes y les ayudará a lidiar con sus problemas. Lo que cuenta es la intensidad de la atención y concentración que ponen en ellos. ¡He visto tan a menudo la prueba de esto! El Maestro Peter Deunov solía decir: «Cuando oren, enfoquen sus pensamientos exclusivamente en el objeto de su oración, e inspiren profunda, lentamente». La oración tiene mayor eficacia cuando está acompañada de una respiración pacífica, rítmica. Dios nos dice, «respiren profundo y escuchen, y oirán mi voz», cuando respiramos profunda y concientemente, podemos estar más fácilmente en contacto con Dios.

Déjenme explicar un ejercicio muy simple, donde pueden asociar una oración con su respiración. Inspiran profundamente, y al mismo tiempo dicen mentalmente una oración, retienen su respiración mientras dicen otra oración, y luego expiran el aire acompañándolo de otra oración. Por ejemplo, pueden tomar las tres primeras súplicas del Padre Nuestro:

Mientras inspiran, digan para sí mismos «Santificado sea tu nombre»,
Mientras retienen la respiración, digan, «Venga tu Reino»,
Mientras expiran el aire, digan «Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo».

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Pero uno de los mejores ejercicios que pueden hacer – y les aconsejo que lo conviertan en un hábito cotidiano, varias veces al día – es inhalar luz.

Escojan un lugar tranquilo donde nadie vaya a perturbarles, siéntense cómodamente y respiren: imaginen que inspiran luz cósmica, la luz que es incluso más sutil, infinitamente más sutil que la luz del sol, aquella luz intangible, invisible, esencial, que permea toda la creación.

Dejen que esta luz penetre muy profundo en ustedes, y que circule por todas sus células, todos los órganos de sus cuerpos.
Entonces, mientras expiran el aire, aléjenlo de ustedes y proyéctenlo hacia afuera para inspirar, iluminar, y ayudar a cada una de las criaturas en el mundo. Este es un ejercicio verdaderamente extraordinario, pues, en términos cabalísticos, ustedes se vuelven la letra Aleph. Aleph, la primera letra de alfabeto hebreo, simboliza a quien recibe la luz del cielo con una mano, y la distribuye con la otra, para toda la humanidad.

No se pueden volver Aleph si piensan sólo para ustedes, si guardan toda la luz para ustedes. Aleph son quienes su único propósito es dar, abrigar, iluminar y vivificar a los otros, sin un pensamiento por ellos mismos. Son creadores, salvadores de la humanidad, hijos e hijas de Dios.

Omraam Mikhael Aivanhov,
Obras Completas 32, Los Frutos del Árbol de la Vida: La Tradición Cabalística
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