Si el Señor nos abandona ahora, es porque también nosotros Le abandonamos. ¿Acaso estamos siempre con El? Sé, por supuesto, que no es fácil para los seres humanos concebir al Señor como inseparable de ellos mismos, pero mientras sigan pensando en Él como un ser fuera de ustedes, un ser absolutamente remoto e inaccesible, seguirán viviendo estados mentales muy dolorosos.

Es hora de dar un paso adelante, y pensar en Dios como cercano a nosotros

Ahora me dirán: «Sí, es cierto, pero es más respetuoso, más conveniente considerar al Señor fuera de nosotros. Es lo que nos han enseñado.» La verdad tiene miles y miles de grados, y ahora ha llegado el momento de ir más lejos. Es necesario pensar que el Señor está ahí, en nosotros, y considerar al mismo tiempo que formamos parte de Él, una parcela infinitesimal, que Él es el todo y que nosotros somos una partícula de ese todo. Si oran al Señor pensando que está en algún lugar más allá de las estrellas, ¿cómo quieren que su oración llegue hasta El? Sí, es cierto que un día dije que la oración recorría el universo entero, pero ¡precisa de tanto tiempo para atravesar el espacio infinito!

Si Dios está en nuestro interior, podemos decir «Hola» y llegar a Él de inmediato

Mientras que si el Señor está ahí, muy cerca, en ustedes, la comunicación se produce inmediatamente, El les entiende, les escucha, les acoge. La distancia es importante. Supongamos que quisieran dispersar las nubes, disiparlas: esto no se producirá instantáneamente, son muy lentas, se toman mucho tiempo; entonces, si se precisa tanto tiempo para una distancia tan pequeña – algunos cientos de metros, no más, imaginen cuánto se necesitará para alcanzar al Señor… y para despertarle, por ejemplo, ¡si suponemos que duerme! Mientras que si El está ahí, dentro de ustedes, sólo con decir: «Hola, al teléfono, Señor» obtendrán inmediatamente la comunicación. Les puede parecer irrespetuoso lo que estoy diciendo… No, compréndanme, es una manera de hablar.

Entonces, de ahora en adelante, cuando mediten, intenten ejercitarse en sentir al Señor dentro de ustedes, y verán los resultados: cada vez sentirán menos esta sensación de abandono. De momento, unas veces se sienten alegres, inspirados, alborozados, son felices durante algunos días; y otras les invade una sequedad terrible: todo está desierto, árido, y en este momento dicen: «Dios me ha abandonado».

(Concluirá…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 26, Acuario: Llegada de la Edad de Oro, I
Cap. 2, La verdadera religión de Cristo