El corazón y el alma son los vehículos de nuestras emociones, de nuestros sentimientos y de nuestros deseos; pero mientras que el corazón es la sede de los sentimientos y de las emociones ordinarias, ligados a los dolores, a las penas y a la sensualidad, asi como a las alegrías y placeres puramente físicos, el alma es la sede de las emociones y de los impulsos espirituales y divinos.
Entre el intelecto y el espíritu existe la misma relación que entre el corazón y el alma. El intelecto es la sede de los pensamientos y de los razonamientos ordinarios que sólo apuntan a la satisfacción de los intereses personales y de las necesidades materiales. Por el contrario, el espíritu es el principio del pensamiento y de la actividad puramente desinteresados.
El corazón y el alma se refieren a un mismo y único principio, el principio femenino, que puede manifestarse en una región inferior, el corazón o plano astral, o en una región superior, el alma o plano búdico. El intelecto y el espíritu provienen también de un principio único, el principio masculino, que se manifiesta en dos regiones: la inferior del plano mental, o la superior del plano causal.
Los dos principios, masculino y femenino, utilizan pues, cuatro vehículos; el corazón y el intelecto, el alma y el espíritu. Estos dos principios y estos cuatro vehículos habitan en una misma «casa», el cuerpo físico.
Con el fin de clarificar más esta cuestión, que sigue siendo todavía demasiado abstracta para muchos, les contaré una historia.
La Historia
Imaginen una casa en la que viven el amo y el ama con un criado y una criada. Sucede a veces que el amo de la casa se va de viaje y su mujer se queda un poco triste y lánguida, esperando la vuelta de su marido y velando por la buena marcha de la casa. Y cuando vuelve el marido, cargado de regalos, hay una gran fiesta en la casa.
Otras veces, el amo y el ama se van juntos o hacen un largo viaje, y cuando el criado y la criada se encuentran solos y sin vigilancia, deciden aprovecharse de esta libertad; empiezan a explorar las almacenes en los que descubren toda clase de provisiones, y puesto que es más divertido ser muchos que pocos para festejar algo, invitan a los vecinos y vecinas…
Después de unas horas de juerga, evidentemente, encontramos mesas y botellas tiradas, e incluso algunas cabezas fracturadas. Cuando vuelven los amos, se horrorizan ante tal espectáculo; naturalmente hay reprimendas y vuelven a poner orden en la casa.
Interpretemos ahora esta pequeña historia. La casa es el cuerpo físico; la criada es el corazón; el criado es el intelecto; el ama de la casa es el alma, y el amo el espíritu. A menudo el espíritu se va, y entonces nuestra alma se siente abandonada; pero cuando vuelve, trae inspiración, abundancia y luz. Cuando el alma y el espíritu se van de viaje, el corazón y el intelecto se funden y cometen todas las tonterías posibles… ¡en compañía de otros corazones y de otros intelectos!
(Concluirá…)
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 222, La Vida Psíquica: Elementos y estructuras,
Capítulo 4, Corazón, Intelecto, Alma y Espíritu
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