El ser humano posee varias almas.‏ La primera, que llamamos alma vital, es puramente‏ vegetativa y gobierna los procesos fisiológicos: la‏ nutrición, la respiración, la circulación… La se‏gunda, más evolucionada, es llamada alma «ani‏mal»; la tercera, alma emocional; la cuarta, alma‏ intelectual o racional. Finalmente, está el alma di‏vina, que es pura luz, y que sólo reciben plenamente‏ los Iniciados cuando han terminado su evolución.‏

Al alma vegetativa, que es la primera que anima‏ al embrión, ya en el seno de la madre, se suma hacia ‏ los siete años el alma llamada «animal», o si quieren, voluntaria. En general, se cree que el alma se ins‏tala definitivamente hacia esta edad, llamada «edad‏ de la razón ». No; se trata solamente del alma volun‏taria. Desde el nacimiento hasta los siete años el niño‏ no cesa de moverse, de andar, de correr, de gesticu‏lar, y a los siete años, cuando el alma animal se ha‏ instalado por entero en él, puede decirse que el niño‏ ha adquirido una autonomía de movimientos sufi‏ciente como para ser capaz de dominar sus gestos.

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Pero ya desde hace algún tiempo ha comenzado‏ un nuevo período en el que la vida afectiva toma‏ cada vez más importancia: es el alma emocional que‏ aparece poco a poco. Hacia los catorce años, en la‏ pubertad, cuando esta alma emocional llega a su‏ madurez, entra ya definitivamente y le impulsa a‏ dejarse guiar por su sensibilidad.‏

‏Sin embargo, al mismo tiempo, también se‏ desarrolla la capacidad de reflexionar y, finalmente,‏ hacia los veintiún años, se aposenta el alma inte‏lectual, racional. Eso no quiere decir que a partir‏ de los veintiún años el ser humano sea automática‏mente sabio y razonable; no es así. ¡E incluso en‏ este período puede cometer las mayores tonterías‏ de su vida! Sin embargo, este es el momento en que‏ entra en posesión de sus facultades de comprensión‏ y de razonamiento.‏

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En cuanto al alma divina, su entrada en nos‏otros depende de la vida que hayamos decidido llevar y de nuestro deseo de recibirla.

Precisamente‏ lo que llamamos «Iniciación » es el camino que el‏ ser humano debe recorrer para «encontrar» su alma‏ divina y atraerla, para que se instale y habite en él.‏

Iniciado es quien ha trabajado para transfor‏marlo todo dentro de sí, a fin de atraer a su alma‏ divina; todo su ser se ha vuelto armonioso, vibrando‏ al unísono con la Inteligencia cósmica de la que llega‏ a ser un conductor, un servidor.‏

‏Pero, en realidad, eso sólo es verdaderamente‏ posible para algunos seres excepcionales que han‏ trabajado en este sentido durante numerosas encar‏naciones. Sólo deseaban reencontrarse, realizarse‏ y atraer su alma divina para manifestarla plena‏mente. Durante años y años se han ido preparando‏ con ejercicios de purificación, de meditación, de‏ oración y de sacrificio, a fin de atraer a su Yo supe‏rior, a su Yo divino. Cuando lo consiguen, se dice‏ que han recibido al Espíritu Santo.‏

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Izvor 222, La Vida Psíquica: Elementos y estructuras,

Capítulo 3, Varias almas y varios cuerpos