…Y dejen de ocuparse de los que se aman, de si se abrazan, si hacen el amor. Déjenles tranquilos, sean más liberales. No tienen otros gozos, los pobres. El Cielo es más generoso que ustedes. No se dan cuenta de que quieren hacerles morir, privándoles de algo en lo que encuentran el sentido de la vida.

Si el Señor no lo objeta, ¿por qué ustedes sí?

Gracias a eso pueden trabajar, hacer sacrificios. Si ustedes quieren la castidad, la pureza, muy bien, adelante, pero dejen tranquilos a los demás. Tomar una actitud semejante es incluso peligroso, porque ello prueba que son unos reprimidos, y la cosa puede llegar hasta la locura, se han visto ya muchos casos.

Si son capaces de permanecer puros, castos y vírgenes, está muy bien, y ustedes son los que ganan con ello, pero si se ocupan tanto de lo que hacen los demás están dando pruebas de que no son puros. ¡Sean liberales! Si el Señor no dice nada, ¿por qué tienen que superarle ustedes?

Trabajen en su propia perfección, y dejen al resto en paz

El Señor es indulgente, está lleno de amor, ¿por qué son ustedes tan estrechos, tan avaros? ¡Sean liberales, por Dios!, y trabajen sobre ustedes mismos. ¿Quién les impide llegar a ser una santidad, un esplendor? Pero dejen tranquilos a los demás.

Si no trabajan sobre ustedes mismos y se ocupan siempre de los asuntos de los demás, les superarán entonces a todos en las suciedades. Les doy un método saludable; trabajen para perfeccionarse y dejen a los demás, no se inmiscuyan en sus asuntos; si tienen cuentas que rendir, las rendirán al Cielo, no a ustedes.

No podemos volver a los seres humanos honestos, íntegros, justos, puros, generosos. Y, puesto que no podemos cambiar las cosas, procuremos al menos conectarnos con el bien, porque el bien, por su lado, trabaja; al conectarse con él, le abren una puerta.

Educar a los niños desde temprano, para que amen lo mejor

No tienen idea de todos los medios que el bien posee para curar, transformar, serenar, purificar, santificar. No digo que no haya que ver el mal, procuren verlo y tomar algunas precauciones. Pero ver exclusivamente el mal y dar la espalda al bien, no, es muy malo.

Desgraciadamente, hay gente que disfruta con el mal, como si para ellos fuese un alimento: los escándalos, las catástrofes, la pornografía, ¡están locos por todo eso! Desde la infancia habría que acostumbrar a los humanos a amar todo lo que es hermoso, bueno, noble, puro. Ésta es la verdadera pedagogía; la pedagogía no es mejorar las salas de dase, los gimnasios, los libros. La verdadera pedagogía consiste en alimentar desde muy pronto en los niños el amor por todo lo mejor que existe.

(Continúa…)

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Obras Completas, vol. 18, Jnani Yoga II
Cap. 8, El Amor.