«La verdadera imaginación, tal como la conciben los Iniciados, es una facultad creadora que permite la realización material de todas nuestras aspiraciones.

La imaginación puede ser comparada a una mujer: después que ha recibido el germen dado por el hombre, se pone a trabajar, le da forma y trae al mundo un hijo, cuyos caracteres y formas corresponden a la naturaleza del germen. La imaginación produce lo que se le da, y si ustedes son capaces de controlar vuestra imaginación para orientarla hacia mundos y entidades sublimes, aquella captará las realidades de estos mundos, sabrá retenerlas y ponerse a trabajar para realizarlas.

Si tienen la paciencia de concentrarse en una idea espléndida hasta que la imaginación la condense, un día se convertirá en algo visible y tangible. Porque la imaginación atrae necesariamente los elementos que corresponden a los pensamientos y deseos con los que es alimentada: sabe buscarlos en las profundidades de los océanos o en las alturas, y después de acumularlos, un buen día, aquellos pensamientos y deseos se concretan y realizan en la materia.

Esta idea debe quedar muy clara: Jamás podrán transformar vuestra naturaleza inferior. No importa cuánto trabajo y cuántos esfuerzos hagan; no lo van a conseguir. Lo único que pueden hacer es dar a vuestra naturaleza divina la posibilidad de absorberla y hacerla desaparecer.

Leer más aquí…

La naturaleza inferior, como les he dicho, es una emanación de la naturaleza superior. Para poseer pleno conocimiento de la vida y del universo, era preciso que el ser humano abandonara el Paraíso en donde vivía junto a Dios y descendiera a la materia. Este descenso —que se llama involución— pudo realizarlo porque fue adquiriendo cuerpos cada vez más densos: los cuerpos mental, astral y físico.

Pero el ser humano está predestinado a regresar un día a su patria celestial, y a este proceso se le llama evolución : supone abandonar sus cuerpos inferiores para vivir únicamente en sus cuerpos superiores (los cuerpos causal, búdico y átmico), convirtiéndose entonces en una divinidad.

 

Esta es la Enseñanza de los Iniciados, la Ciencia Iniciática. Lo que les acabo de decir coincide con todas las tradiciones esotéricas y religiosas que enseñan que  el ser humano debe volver a su origen… De momento, se encuentra en alguna parte entre el Infierno y el Cielo; ha vagado tanto, ha cambiado tanto de estado y morada que ha perdido el rumbo; ha olvidado toda su antigua sabiduría y por ello se ve necesitado de guías. En un pasado lejano, su propia luz le guiaba, pero ahora que la ha perdido, ya no sabe como orientarse.

En este Escuela Iniciática, se les entregan las respuestas a todas esas preguntas, así como los métodos para ayudarles a evolucionar. ¡De esta manera, no pueden fallar, se volverán gradualmente más y más felices, más y más ricos en virtudes y cualidades!»

Omraam Mikhaël Aïvanhov
Izvor 213, Naturaleza Humana y Naturaleza Divina
Capítulos 7-11