– Sueño y Realidad
Todo en la vida, es sólo una apariencia, ilusión, pero cuando ustedes enfrentan dificultades y pruebas, en vez de decir: «Es sólo una comedia, no es una cosa seria», lloran, gesticulan, y se lamentan. Pues no, en vez de llorar hay que reflexionar. Guardando las proporciones, se trata de las mismas historias que suceden en la vida corriente. Así que, en vez de tomar trágicamente ciertas situaciones, por qué no decirse: «¡Bah!¡ es teatro! Cuando la obra haya terminado, veré las cosas de manera diferente.»
Tomemos otro ejemplo: Supongamos que tienen una pesadilla, donde les persiguen. Corren lo más que pueden hasta que, de improviso, se abre un abismo en el que caen. La angustia que tienen es tal, que cuando despiertan, continúan sintiendo el terror de la pesadilla como si fuera realidad. Pero no lo es: están vivos y a salvo en la cama. Y pueden tener la misma sensación con los sueños felices: una sensación de alegría se queda con ustedes, incluso cuando están despiertos, como si realmente hubieran tenido una experiencia feliz.
Y ahora, piensen en esto por un momento: si pueden experimentar un sueño como una realidad ¿por qué no podrían considerar la realidad como si fuera un sueño? Esto es lo que hacen los sabios. No importa lo que les ocurra, dicen: «Estoy sólo soñando, un día me despertaré. En estos momentos sufro, estoy enfermo, me persiguen, pero es sólo un sueño. Cuando despierte, desaparecerá sin rastro.»
Sí, la vida en la Tierra es un sueño. Por eso es cierto decir que la muerte es un despertar a otro mundo. Pero, aún allí, los seres humanos aún duermen – con un sueño más ligero, claro -, pero aún duermen. De hecho, seguirán durmiendo hasta que finalmente alcancen el plano causal, que es donde se produce un verdadero despertar. Entonces, tras un tiempo, cuando deban volver a la tierra, se sumergirán en un sueño cada vez mas profundo, a medida que se acercan al plano físico. Una vez en el plano físico, se sumergen en un sueño profundo, del que ya no despertará por años y años. Oh, por supuesto, podemos verles moverse muy ocupados, y hablar y gesticular, pero siguen durmiendo.
Y esto se aplica a cada uno de ustedes, también: No se imaginen que están realmente despiertos. Duermen, y tal como cuando duermen y sueñan de noche, pueden verse haciendo toda clase de cosas: paseando, encontrándose con gente, hablándoles, etc., pues bien, lo mismo pasa en el «sonambulismo» de la vida cotidiana. En efecto, a veces, es cuando sueñan que están más cerca de despertar, porque algunos sueños hacen más fácil que los seres humanos estén en contacto con las verdaderas realidades. Pero, cuando despiertan en la mañana, esa realidad de nuevo está oculta por un velo.
Por supuesto, esta cuestión del sueño y la realidad, de la realidad y las apariencias, es bastante abstracta y difícil. No es esencial que la dominen intelectualmente. Lo esencial, es que entiendan cómo estas nociones que les acabo de explicar, les pueden ayudar en la vida cotidiana. Cuando algo desagradable ocurra, recuerden decirse: «Por supuesto, no puedo negar que esto no esté ocurriendo, pero ¿me sucede verdaderamente a mí? Yo soy un espíritu eterno, inmortal: es otra persona quien está teniendo esta experiencia. Esta es una ilusión de la que no soy más que un espectador.»
Ver las cosas de esa manera, les puede dar mucho valor, mucha resistencia y mucha fuerza. No es al verdadero Yo a quien le suceden esas desgracias, vuestro verdadero Yo está por encima de todas las vicisitudes de la vida. La entidad que sufre en ustedes, es este yo irreal, que representa un papel y que pasa por todo tipo de peripecias, como en el teatro. Lo único que deben tomar en serio es lo que les digo, no lo que les sucede.
No importa lo que les ocurra, no importa lo doloroso que sea, recuerden que vuestra vida en la tierra no es más que un sueño. Un día, cuando despierten, exclamarán: «¡Qué tonto fui! ¡Creí que era verdad!». No somos más que un sueño del ser divino que habita en nosotros; dormimos y debemos despertar. ¿Cómo despertar? Pensando en nuestro Yo superior, concentrándonos en él, identificándonos con él. Poco a poco, nuestra conciencia ordinaria empezará a unirse con la conciencia de nuestro Yo superior, con nuestra supraconciencia. Y esta unión es el verdadero despertar.
(Continúa)
Omraam Mikhael Aivanhov,
Izvor 228, Mirada al Más Allá
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