«Cuando la noche esté clara, recuerden detenerse un tiempo a contemplar las estrellas. Imaginen que están dejando la tierra atrás, con sus luchas y tragedias, y que se vuelven ciudadanos del cielo. Mediten respecto a la belleza de las constelaciones y la grandeza de los seres que las habitan.

Mientras avancen en el espacio, se sentirán más ligeros, más libres, pero sobre todo descubrirán la paz, una paz que gradualmente inundará su ser completo. Al meditar sobre la sabiduría que creó el universo y las criaturas en su interior, sentirán que vuestra alma extenderá unas antenas muy sutiles, que les permitirán comunicarse con las regiones más lejanas.

Bajo las estrellas, pueden sentir que todos los problemas que alcanzan tan enormes proporciones en sus mentes, ahora difícilmente significan algo. Cuando consideran que las estrellas que están mirando han existido por miles de millones de años, que la Inteligencia que creó esos mundos es eterna y que están creados a su imagen, sentirán que vuestro espíritu es eterno, y que nada puede realmente perturbarlos.

Esos son momentos sublimes que nunca podrán olvidar.»

 

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Mirada al Más Allá, Izvor 228.